Dolomitas 2016. Maratona

 

3 julio 2016, 4:00 de la madrugada, hora zulú. 

No va más. Tuvimos que duplicar las 4 horas que tuvimos para dormir lo suficiente. Hoy no me quiero levantar, decía mi cuerpo. No se sale con la suya. Arrancamos una jornada para el recuerdo. ¿Estamos todos?, vámonos. Espera que he olvidado las zapatillas. ¿Quién tiene las llaves del apartamento?, Yo no, ni yo. A ver si están puestas.

Antonio Muñoz subió pero la puerta estaba cerrada. Bajó corriendo, cago en Diós, no puedo entrar. Fran Llama al hombre del alquiler. Antonio, son las 5:15 h. Dudo si llamar ó no, pero finalmente marco. Apagado o fuera de cobertura. Mil ideas pasan por la cabeza. Antonio, no podemos demorarnos más. Tenemos que salir. Asume su realidad, haré lo que pueda.

Llegamos a La Villa. Muñoz ha decidido salir en zapatillas, hasta donde llegue. Tiene el precedente de Pilar, que hace un año ya hizo algo parecido. Suena el chupinazo y nosotros todavía estamos montando las bicis. Algunos, los nervios los llevan con disimulo. Tranquilos, hay tiempo, seremos más de 12.000 ciclistas y la salida se demora bastante. Todavía tuvimos tiempo de hacer fotos en la salida, pie en tierra, esperando. Incluso Guillermo en modo volutario obligado, le dio tiempo a volver al furgón, revisar puertas y regresar a la cola. Cruzamos línea de salida. Iniciamos la Maratona.

La consigna era disfrutar del momento, hacer grupo y vivir la marcha intensamente. Y así fue. No todos pensamos igual, otros van por libre. El núcleo duro permanece unido, gustándose, lamiéndose las bielas. Poco a poco vamos soltando la lengua. Subiendo el primer puerto, todo el mundo calla, salvo los globeros. Estamos alegres, felices. Y se nota. Y lo notan. Y así hasta el Mur dl gat y más alla. 

Han sido 6 horas de diversión, vividas muy intensamente. Sin sufrir ni un solo minuto. Hemos reído, hemos hablado, hemos saludado y conversado con todos, hemos cantado a Eva Maria. Tenemos cientos de fotos de nuestro paso. Los puertos los subiamos por grupos, según ritmos de cada uno. En la cima todos agrupados, fotos varias y a por el siguiente.  Era obligatorio parar en todos los avituallamiento. Aquí hemos venido a disfrutar del cicloturismo. En las bajadas aparecía el espíritu Tortosa. Prudencia. En las subidas nos salía el cachondeo entre nosotros y con los demás.  No hubo español al que no le dijéramos nada. Ni extranjero. Hoy somos poliglotas, hablamos todas las lenguas, italiano, alemán, inglés. 

La remontada. Por una apretura estomacal de última hora, los 4 afectados tubimos que entrar en boxes. Retomamos la marcha adelantando al coche escoba. En el km 2 éramos los últimos, nos tocó remontar hasta alcanzar a los nuestros, a mitad del primer puerto. En cada puerto no podíamos evitar adelantar a decenas de ciclistas. Nuestro ritmo, sin querer, era más alto. Además formaba parte de la estrategia, adelantar y decir algo al adelantado (el nombre escrito en el dorsal que todos llevamos en la espalda nos ayudaba bastante). A unos dábamos ánimos, a ellas una canción. Hidalgo irrumpe como cantautor. Se las sabe todas, solo necesita una inspiración, un nombre. 

Sin darnos cuenta nos encontramos subiendo los últimos kilómetros del último puerto, el Falzarego/Valparola. Este tramo se nos hizo un poco pelota. Nos viene a la mente la frase de M. Lucas “se que al final de la subida está la gloria”. Y nosotros estamos a punto de alcanzarla. Las fotos en la cima del último puerto sabían de forma diferente, ya sólo quedaba el arañazo del gato. Total nada.

Camino de meta, faltando unos 5 km, llegó el peor trago del viaje. Entramos en una curva a izquierdas fácil. Rafa encabeza el grupo globero. La ciclista que le precede hace un extraño y cae delante de él. La intenta esquivar, casi lo consigue, pero al final cae. Vuelta de campana y queda en el suelo. No puede ser macho que esto no está en la hoja de ruta. El corazón se nos detiene a todos. Rápidamente señalizamos la curva, avisando a los cientos de ciclistas que seguían bajando. Y otros atendíamos a Rafa. ¿Cómo estás compañero?, ¿Dónde te duele?.  La chica también es atendida. Suerte tuvimos, enseguida tenemos un sanitario de la organización atendiendo a los caídos. Por fortuna Rafa no tiene nada roto. Le duele pero tiene movimiento. !!Uff¡¡, respiramos algo más tranquilos. Pudo ser mucho peor. Ella tampoco tiene fracturas. Mi bici, mi bici, decía Rafa. Tranquilo está revisada y no tiene nada, solo la maneta izquierda rozada.

Tras reponernos del susto y recuperar el aliento, Rafa se viene arriba y decide terminar la marcha. Dolorido en su brazo izquierdo subió a la bici, escaló el dur repechón del gato y llegó montado en su bici a meta. Se lo merecía, es un grande y hoy ha vuelto a demostrarlo.

La entrada en meta fue emocionante, ocupando toda la carretera, luciendo nuestro mallot globero, con orgullo, en la más grande de todas las que conozco, es La Maratona de los Dolomitas y hoy ha sido conquistada. Antonio Muñoz, se ha ganado el respeto y admiración de todos y un sobrenombre "el bambos". Su proeza no la olvidará nunca, ni él ni nadie. Siempre podrá decir que ha hecho la Maratona de los dolomitas en bambo, "no si he ido bien. A veces se me dormian los pies, pero bien".

Etapa 3ª: Maratona de los dolomitas, corso medio. 107 km, 3.050 m . de desnivel positivo y 5h50' y las ascensiones de 6 puertos: Campologno, Pordoi, Sella, Gardena, Campologno y Valparola/Falzarego.

Post-Marcha.

Hielo en el hombro y brazo en cabestrillo por precaución. Rafa no tiene heridas que curar, tiene una estrella que le sonrie. Allí, cerca de la línea de meta,  montamos nuestro cuartel general, con escaramuzas varias en busca de comida y cerveza, esperando la llegada de los que decidieron hacer la larga. Somos compañeros.

Noguera llama por teléfono, “en los coches estamos. Vale, en media hora llegamos”.  Rafa cogió su caballo, los demás le acompañamos, dandole protección, sorteando ciclistas y familiares. Nuestras caras reflejan alegría y satisfacción. ¡ Well Done ¡

Esa noche, en la cena nadie pide pasta. Cerveza y Entrecot para todos. A las 23:30 me meto en la cama feliz, cansado pero feliz. Han sido 48 horas muy intensas. Así estaba escrito.

A los 5 minutos dormía plácidamente.

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